Habladurías
escrito por María del Mar Saldaña
Al despertar notó que algo le faltaba. Quizás él, que ya se había marchado. Apenas le importó. La noche había resultado estupenda.
Nunca imaginó el devenir de la cena, de etiqueta y trabajo, algo formal y profesional. Aún se preguntaba cómo se había dejado llevar por esos instintos animales hacia la habitación del hotel con el camarero guapo y desconocido, al cual cambiaría por un filólogo respetable al relatar la historia ante sus amigas. Era un poco torpe al pronunciar la ‘r’. Supliendo este defecto con otras artes amatorias. «No hables. Bésame.» Decía incómoda ante su falta de oratoria. No fue hasta más tarde, cuando se encontró para comer con unas amigas, que se dio cuenta. La lengua se le trababa. No podía articular las palabras correctamente. «¿Les traigo la carta?» Preguntó de súbito el amante, atendiendo la mesa, con espléndida pronunciación. «¡Qué cab-ón!» Pensó. Le había traspasado el rotacismo.
