Confusión
escrito por María del Mar Saldaña
Al abrir la puerta del cobertizo y ver la estampa, por poco se cae de bruces. Cerrando y abriendo sus ojos con rapidez, restregándoselos con fuerza, intentó averiguar si la imagen era real o traspasaba la cordura en forma de alucinación. Aunque por mucho que lo intentaba, allí seguía. Apostado sobre sus patas traseras, vestido de esmoquin y sombrero de copa, habano en la pezuña izquierda, bigote fino bien cuidado y sonrisa burlona, el marrano sostenía un porte digno de humanidad. Miró a la vaca, al caballo, a las dos ovejas que balaban al final de la nave, y a las gallinas revoloteando por todo el espacio sin importarles la insólita situación. Todo parecía estar en orden. A excepción del cerdo. El granjero, aún estupefacto, reparó en la botella que sostenía en su mano y, volviéndose hacia la porqueriza pensó que, antes de tirar aquel aguardiente, prefería saludar al cochino.