Providencia
escrito por María del Mar Saldaña
Apagó el motor. La calle estaba desierta, oscura, en silencio. El terrorista, ataviado con el uniforme del servicio de limpieza, bajó del vehículo y, acercándose al cubo de residuos, vaciado previamente, depositó en su interior el saco negro en el que se encontraba la bomba.
—Perdone —Escuchó a su espalda.
Un sudor frío comenzó a brotarle desde las sienes.
—Alguien ha dejado un colchón en la acera, unos metros más arriba —Apuntó un joven.
Fue con paso ligero hasta la esquina y, con la ayuda del chaval, lo trasportaron e introdujeron en el recolector. No podía levantar sospechas.
Agradeció al chico su disposición y se alejó satisfecho, observando por el retrovisor lo que en escasos treinta minutos desaparecería para siempre.
—¡Estos basureros son de lo peor! —gritaba indignada la vecina del primero—. ¡Pues no he tenido que echarle al camión una bolsa de basura que se dejaba en el contenedor!